con un viejo casco de motociclista
y restos de equipamiento deportivo
un niño juega en el jardín
en su mirada fascinada
se posan las libélulas del atardecer
camina sobre una luna de mantequilla
da saltos enormes para alcanzar los ojos de la voladora
todo el universo les mira:
las nubes arrebujadas en el volcán y el volcán mismo
los azules de la tarde el alboroto de los pájaros
y esa luna repleta roja
que va ocupando su lugar con la noche
flotan en un espacio que no podemos mirar
que sólo ellos entienden:
es el juego
ese universo particular
en el que se refugian niño e insecto
para salvarse del espanto
bajo la higuera del verano
su abuela bebe el té de la tarde
lo mira
lo comprende:
las primeras alas del mundo fueron las de ella
la azul y brillante libélula
y en él
pequeño endeble
vive el sueño del mundo:
abre los brazos y corre furibundo por el jardín
alza el vuelo
astronauta de mis sueños
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