domingo

Hoy he dado mi firma por la paz

Es el título de un poema de Efraín Huerta que me parece hermoso como todo que lo dijo.
De haberlo conocido le hubiera agradecido sus palabras francas y transparentes, su hermosura y sus causas.
Decirle lo agradecido que estoy por todo lo que me dio sin que nunca jamás lo supiera, porque yo lo encontré muchos años después de su muerte.
Ayer, en muchas ciudades, 133, 132, 141... nosotros, los ciudadanos que gustamos de las palabras y la poesía y que aún creemos en su inmenso poder y su importancia sobre las cosas del mundo, leímos poemas, arengas, cuentos por Ciudad Juárez y lo que nos significa ese lugar en nuestro mundo.
Nos visitaron Vallejo, Bolaño, Roque Dalton, Eve Ensler, Héctor Abad Faciolince, entre muchas otras voces que hemos considerado importante recordar, reconocer, redecir, releer. Y también hubimos quienes, ante la imposibilidad, leímos nuestros textos para la causa: para la paz.

Mi poesía, a pesar de mi vida, de mis actividades cotidianas, no es algo muy social. Procuro sólo reflexionar intelectualmente sobre mis causas, pero no me sale mucho la protesta por esos lados. Así que opté por leer luz a los solos, sol azul, tanto en Corazón del Barrio como en Profética un poema sobre la soledad; además de un texto de Héctor Abad y un poema de Vinicius de Moraes en el primer espacio y en el segundo una arenga propia sobre renombrar las calles que está en este mismo blog (en 2010).

Miss V y yo entramos a la librería para buscarle un regalo ya pensado a Marco, cuyo cumpleaños fue ayer.

Como siempre que ella y yo entramos a una tienda de libros, nos perdimos en la estantería, nos embelesamos, compramos más de lo que el presupuesto nos lo permite y nos mostramos con emoción infantil las cosas que nos emocionan.

De pronto un hombre me detuvo, me dijo que qué bueno que no me había ido del espacio, me pidió una copia de mis textos y me habló sobre lo mucho que se había identificado con ellos. Me emocioné, me gustan los halagos espontáneos de la gente común. Pero mi emoción se volvió algo muy emotivo, cuando una mujer se me acercó para decirme eso y más: para hablarme sobre lo mucho que mi texto la había tocado, sobre la manera en que mi mirada de la soledad era la suya también y de cómo mis palabras le habían dado consuelo. Me dijo "yo soy nadie, soy maestra de primaria", me contó de cómo llegó ahí y de su amor y fascinación por los niños. Yo la escuchaba maravillado. No se lo dije: no le dije que yo trabajo con docentes, que soy activista y luchador por los derechos humanos y los derechos sexuales y reproductivos, no le dije que amo a los niños con su misma devoción, pero que jamás podría trabajar con ellos porque no puedo con su brutal honestidad y sus dudas profundas, porque siempre me emociono hasta las lágrimas con ello.

Gabriela, le pregunté su nombre porque hay que saber quienes somos para reconocernos. Los nombres son importantes. Me dijo cosas que me hicieron sonrojarme de afuera, pero sobre todo de adentro.

Me dijo cosas que yo hubiera querido decir a Efraín Huerta o a Tomás Segovia. Cosas que debo decirle aún a José Emilio Pacheco o a Francisco Hernández... Y entendí en ese instante la importancia de escribir para ser leído. El sentido de la Oda a la Crítica de Neruda. Eso, que en mis versos se tienda la ropa, se coma el pan, viva en ellos la gente sencilla.

Cuando Gabriela me abrió su corazón y su sentir sobre mis palabras, entendí para qué escribo, y entendí por fin, porque no debo dejar de hacerlo. Estoy muy conmovido. Pero comprendo, claro que comprendo, porqué ahora y porqué así es como la vida me abre las ventanas. Hoy por fin puedo decir sin incomodarme que soy poeta, porque alguien que no conozco ni debía hablarme con dulzura, en una librería, me escuchó, se emocionó y vibró con mis palabras. Y me nombró. Y me marcó. Hoy todo tiene sentido de nuevo para mí, que tanto y tanto voy y vengo de la palabra. Esto que escribo, lo escribo porque sé que ella se asomará por aquí.
Gracias a ti, me devolviste algo que se me había perdido entre tanta realidad.

Alzo el vuelo. Dejo el paracaídas.




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