La
hora del espejo
arrastrando el paso como en un tango
este país llega a la hora del espejo
con una gota de vida
que pende del lagrimal izquierdo
este país renace o se abisma en el tiempo
este país no es algo etéreo una cosa
ajena
un sueño sin dueño
soy yo
eres tú y el resto
cada cual en su propia jaula de libertad
en un tango dije
de sangre y negro
y las muertas
y los muertos
y quienes en la sombra de un silencio
viven mueren alimbados sin
día siguiente
son patria
también
tango de los
cuerpos
he vuelto a esta plaza
con mi voz con mis huesos
la espada de
madera
con menos años en la cartera
la máscara encanecida
y desgarrado el bandoneón del pecho
no traigo más ni menos: lo que de este
país soy lo entrego
no para el presente o el futuro (poca
cosa somos en el tiempo)
en prenda lo pongo porque quema el plexo
porque no deja dormir
y no sé bailar entre tanto entierro
no es amor es circunstancia
mi patria sin tierra es la palabra
mi tierra sin patria es lo que canto
de rodillas
busco cosechar algo que no sean restos humanos
es la hora del espejo: usted se mira y yo
le veo
¿por qué sacarnos los ojos si hay un
infinito de pupilas para hacer fuego?
Es la hora del espejo: no basta pasmarnos
con el reflejo
habrá que tomarnos el tiempo y la
amargura
no rehacer el espejo ahí no hay nada que ver
rehacernos la mirada o cambiar la mueca
o lavarnos en el río subterráneo de
lenguas antiguas
y hacer fuego:
es la hora del tango del incendio
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