miércoles

El amor a la patria

¿De qué historia soy parte? ¿De aquella del lugar en el que nací o de aquella que he ido significando a lo largo de mi vida porque me llena de orgullo, de ánimo, de esperanza?
¿Amo mi patria? Pienso que no, que este país me arrebata, me apasiona y a veces, me enternece. Pero no lo amo, no me gusta su historia llena de traiciones y versiones oficiales.
Un día de hace casi 10 años conocí a Manuel, un argentino rebautizado catalán que un día tuvo que huir de su tierra para salvar el pellejo. Pudo elegir y eligió ese país que no es país, Cataluña, que tiene una historia de fracasos militares (lo que nos inflama el patriotismo, la guerra) y cuya fecha heroica es una en la que se conmemora una batalla perdida. "Un país de perdedores donde perder no sea significativo, sino luchar, por ello elegí ese lugar", me confesó conmovido y aún con acento del sur nuestro. Un sur en otro sur.
Me enseñó Violeta, mi abuela adoptiva catalana-mexicana -porque cierta familia, como ciertas patrias también se eligen- que la solidaridad es una cosa sin frontera ni bandera. Por ello fue anarquista hasta el final.
Me enseñó Eduardo Galeano, el uruguayo que es más bien americano y extendió el territorio de su patria a todo el continente, que la historia que nos significa no es la de los héroes de bronce, sino la de las personas de a pie, de a burro, de a micro y que esa, es la historia con la que me identifico.
Al final somos pequeñitos en la historia de nuestra especie. Hace 100 mil años decidimos salir del África a poblar el mundo, no miles, sino un grupito de curiosos pioneros.
Nuestro árbol genético así lo dice: venimos de la misma homosapiens africana, nuestra abuela, es abuela porque es sólo a través de las mujeres que queda el ADN mitocondriaco, nuestra huella más antigua, nuestro sello de origen.
Hace 100 mil años sin cultura, educación y arte, sin comunicarnos lo que sabemos y hacer comunidad, no hubiéramos triunfado en nuestra primer travesía que duró miles y miles de años.
70 mil años tiene la flauta más antigua encontrada.
¿Cuál era la patria de ese genio sin nombre que inventó ese dulce instrumento?
Esa, es también mi patria, en todo caso.

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